A casi todas las personas que hacen deporte y especialmente a los que hacen deportes de resistencia como el triatlón, si les preguntáramos ¿tú tienes un corazón de hierro? responderían con un SI rotundo.
Pero en el fondo ¿cuántos de ellos saben cómo tienen el corazón? y aún más ¿cuántos saben siquiera si tienen el colesterol alto? Quizás alguno está ahora pensando cuándo fue la última vez que se hizo una analítica completa.
Vienen estos pensamientos a cuenta de que esta mañana me tocaba pasar el reconocimiento médico anual en el Centro Regional de Medicina Deportiva de Valladolid (CEREMEDE). Los deportistas del TRIPI pasamos una vez al año a hacernos un reconocimiento médico completo y algunos en particular (los de alto nivel, los que hacen larga distancia y los veteranos) además hacemos una prueba de esfuerzo.
La primera vez que haces una prueba de esfuerzo (en mi caso hace ya bastantes años) tus expectativas pasan casi siempre por conocer los parámetros de tu cuerpo asociados al rendimiento: pulsaciones máximas, consumo máximo de oxígeno (VO2Max), umbral anaeróbico... Con el tiempo me he ido dando cuenta de que una vez conocidos esos datos y salvo que te hagas la prueba de esfuerzo más de una vez al año y puedas comparar los resultados, lo verdaderamente importante de la prueba y del reconocimiento médico asociado es determinar tu verdadero estado de salud y así poder evitar y prevenir los riesgos de someter a tu cuerpo a esfuerzos casi máximos.
Cada vez más personas se acercan al triatlón atraídos por la espectacularidad de este deporte, por el halo de superhombres que tienen los triatletas (nada más lejos de la realidad, al menos a nivel popular) o simplemente por probarse a sí mismos ante un reto deportivo. Muchos de estos principiantes lo hacen sin tener en cuenta su condición física previa, sin mucha experiencia en otros deportes a nivel competitivo y lo que es todavía peor, si conocer su verdadero estado de salud.
El triatlón, a diferencia de otros deportes no es un deporte para simplemente practicarlo, es un deporte para competir. Nadie se llama a sí mismo triatleta si no ha competido en un triatlón. Y esto ya no es un juego, es en muchos casos un riesgo para personas que no tengan una buena salud cardiovascular. El estress y los agobios de la natación no son compatibles con corazones débiles, sólo por poner un ejemplo.
Así que tanto si estás pensando en correr tu primer triatlón, como si ya eres un veterano en estas lides, no olvides hacerte al menos un reconocimiento médico anual y además una prueba de esfuerzo. Tu corazón te lo agradecerá.
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